Paseos... bajo el sol. {Lheon}

Le gustaba demasiado el poder quedar bajo el sol de la mañana, pero era algo casi imposible si no estabas en un lugar apartado de la sociedad. Y Naara estaba en Forks, así que aunque allí no hubiera gente, el sol era escaso. Al menos ese día le pilló soleado. No iba a desaprovecharlo, y como casi todo el mundo estaba en el parque en ése momento, le daba algo de miedo -... no, no era miedo, era algo distinto- el que pudiera acabar siendo un día soleado amasacrado por su sed. Así que se escondió en la parte más apartada del parque, donde daba el sol, pero quedaba apartada de humanos. Se tumbó en el césped, sin dudarlo, sintiendo el sol sobre su piel, sabiendo que no podía calentarse, pero sí sentirse mejor con ella misma por un momento.

Ese dia salí de casa dispuesto a ir a clase, el problema era que hacia demasiado sol, asi que tal y como habia ido hacia el instituto, me volvi a casa. Holly tampoco habia ido hoy pues nadie se habia atrevido a salir ese dia a la calle y la quepequña estaba de muy mal humor por no poder ir al parque aprobechando que no tenia clase. Sin pensarmelo dos veces la monte en la moto y lo mas tapado que pude fui con ella, caminando lo maximo posible por la sombra.
Me coloqué una gorra, una chaqueta de manga larga, guantes y pantalones largos. Me miraban raro. No me importaba.
Mientras jugaba con la pequeña de la familia senti el efluvio de uno de los nuestros cerca, miré los lugares de sombra y no vi nadie por lo que busque por el sol y justo detras de unos matorrales vi unos destellos brillantes.
Le indique a Holly que no se moviera de ahi y fui haber quien era el irresponsable.

El sol comenzaba a hacer efecto sobre Naara. Conseguía calmarla, cada vez se sentía mucho mejor. Pero el sol seguía sobre su piel, y al fin y al cabo, aunque pudiera pasarse horas y horas así, comenzó a jugar con la sombra. Acercó un poco a su mano, y dejó su mano sobre ésta. Ahí no podía dar el sol gracias a su poder. Oía algunas risas, de madres que cuidaban de sus pequeños, aún demasiado pequeños para ir al colegio. Pero oía otra cosa, como pasos. Dejó la sombra donde estaba, y se quedó quieta, notando el efluvio que provenía de el otro lado de los matorrales. Abrió sus ojos color borgoña, y esperó, por si tenía que atacar, con las sombras titilando a pocos metros de ella, listas para obedecer.

Tras pasar por un par de matorrales me encontré a una joven vampiro tirada en el suelo, mirandome con unos ojos de color burdeos intenso.
- Se ven los destellos desde el parque, podrias llamar la atencion de cualquier niño y meternos a todos es un gran problema...- dije sin pensarmelo dos veces, mirandola con cara de pocos amigos. Estaba poniendo en peligro a mi familia, nuestro hogar por pararse a tumbarse al sol. -Si quieres ponerte a tomar el sol , hay un bonito prado detras de la mansión del bosque, pasando el rio, allí lo haras tranquila. - miré hacia atras en busca de Holly que estaba justo donde la habia dejado.

En cuanto el rubio muchacho apareció entre los matorrales, las sombras se alejaron de sus manos, pues ella las había mandado hacerlo. No tenía del todo controlado su poder, pero algo sabía. Se levantó de un salto, y sacudió las pequeñas ramitas que su cuerpo tenía en la espalda y en el pantalón. Sonrió ante lo que le dijo y miró a su alrededor, relajada, y se encogió de hombros.

- Si ho hay más remedio, capitán... - dijo, estirando el brazo hacia el bosque, el cuál se veía a lo lejos. Una sombra se acercó hacia ella, y se situó sobre la vampira. Así el sol no la afectaba, y la sombra se quedaba con ella. Lo malo era que después se sentiría algo débil. - He estado en ése prado, es aburrido. - dijo, simple, volviendo a mirar al chico de ojos dorados, con los suyos, rojos sangre, entrecerrados.

Me la quede mirando fijamente mientras hablaba, parecia joven y a pesar de ello parecia poderosa y, esos ojos lo terminaban de certificar. Aún y todo eso mantuve mi dorada mirada fija en ellos.
Alzé una ceja cuando vi que una sombra corria hacia ella cuando estiró el brazo.
-Bonito don... - le dije tras haberla escuchado. - Muy útil.

No pude evitar esbozar una sonrrisa cuando dijo lo del prado, no tenia razón, ese prado era lo mas entretenido que habia por la zona, sobretodo si te salia uno de los chuhos de la nada. Pero no iba a mencionarlos, almenos no ahora.
- Y no es aburrido, es tranquilo, y pensandolo bien es justo lo que quieres... Sol y tranquilidad. ¿O me equivoco?

Sonrió, orgullosa. Siempre podía decir que adoraba su don, pero cuando una aún está en "prácticas", no puede decir mucho. Arqueó una ceja al oír lo que le dijo sobre el prado. Ella no había encontrado entretenimiento allí, sinceramente.

- Bueno, pues yo he estado varias veces, y sólo he podido... - pero al oír lo siguiente, entrecerró los ojos mirando al chico, suspicáz. - ¿Y cómo sabes que quiero tranquilidad y sol? - preguntó, cruzándose de brazos.

-El motivo es obvio - respondí de inmediato. -Estabas tumbada en el suelo con los ojos cerrados, disfrutando del sol, no creo que quieras otra cosa... - me encojí de hombros y me metí las manos en los bolsillos de la chaqueta que llevaba puesta. volvi a buscar a mi pequeña hermana con la mirada, seguia a salvo. Siempre me decian que parecia mi tio Edward cuando me ponia en plan protector con Holly y en cierto modo les creia. Mataria al que hiciera algo a la enana, fuese quien fuese.
Volvi mi atencion a la vampiro.

Puso los ojos en blanco y apretó un poco más los brazos en torno a su torso. Miró al chico y se encogió de hombros.

- Odio ser tan obvia, aunque parezca que sólo tú te des cuenta. - dijo, sonriendo irónicamente. Era cierto, siempre le había gustado mantener esa barrera que la hacía diferente, indescifrable y demás. Suspiró y miró alrededor. - Supongo... que no vienes solo. - afirmó más que preguntó, pues por los ojos del chico había deducido que era uno de los Cullen, claro.

-Bueno, solo me doi cuenta yo porque por suerte no hay nadie mas. - le conteste imitanto su sonrrisa. Demasiado hostil, seguramente fuese una nomada acostumbrada a estar sola.

Su pregunta me sorprendió, aunque no deveria haberlo echo, se me notaba, aún si me puse en guardia, preparado para usar mi don si hacia falta.
-No, claro que no.

Bufó, para luego soltar una risa amarga. Si que era verdad que cualquiera habría podido descrifrar el pasatiempo que efectuaba en ese momento Naara, pero ella jamás le daría la razón a ese cualquiera. Así que simplemente se encogió de hombros.

Cuando el chico se tensó, ella hizo lo mismo, no tanto, claro, pero él le hizo reaccionar.

- Tranquilo, gatito, no tengo nada en mente, y yo sí vengo sola... - dijo, levantando las manos, para luego dejarlas caer a los costados. Ahora caía en que quizás había visto a unos 20 vampiros nómadas en toda su "vida". Así que aún la sorprendía un poco el contacto con otros.

Sonrei con una sonrisa de costado al verla medio enfadada por haber descubierto tan facilmente lo que queria, me era facil saber eso pues siempre estaba rodeado de gente y la practica hace la perfeccion.
Dejé correr el tema pues no queria que se cabrara aún mas.

- No hace falrta que lo jures.. - susurré cuando afimo mis sospechas. Me calmé tras decir eso. - Asi que nomada, ¿no? - me dejé caer al suelo quedando asi sentado en la sombra de un arbol. - ¿No has encontrado a nadie con quien quedarte?

No podía creer la facilidad que tenía el muchacho para enfadarse y luego sonreír como si nada. Aguantó el impulso de sacarle la lengua infantilmente. Estaba resultando ser demasiado obvia. Observó como él se sentó en el suelo y ella se dio la vuelta, caminando por el pequeñísimo claro que había encontrado en el parque, donde daba el sol. Claro que a ella no. Comenzaba a molestarle la carga de las sombras, así que caminó por las sombras reales y alejó a las que ella misma había atraído hacia sí.

- No. Tengo la maldición de la soledad. - dijo, simple, mientras se sentaba cerca del chico, en la sombra. - He encontrado a más como yo, sí, pero ninguno era... oh, que estupidez, ninguno era mi tipo. - dijo, rodando los ojos.

La miré con tristeza, yo no podria aguatantar demasiado tiempo estando solo, no sabia como algunos podian pasarse su existencia vagando solos por el mundo. Ya que ibamos a vivir para siempre, ¿por que no hacerlo en compañia?
- No tienes ninguna maldición, lo que sucede esque la mayoria de los que son nomadas, lo elijen por voluntad propia, por lo que prefieren estar solos... - me encojí de hombros. - Yo no lo entiendo pero bueno, cada uno... - pense en invitarla a estar con nosotros los Cullen pero tendria que dejar la sangre humana y eso no era cosa que muchos de los mios aceptaran. Tambien pensé en invitarla a que fuese a Volterra, pero tampoco sabia si a ella le gustaria trabajar para ellos y ser tratada como una sirvienta por lo que decidi callar hasta saber que opcion seria la mejor.

- Sé que no la tengo, estaba bromeando... - murmuró, aunque no estaba tan segura de eso. Giró la mirada escarlata hacia el chico al oír lo que dijo. - Te equivocas. No todos eligen esto, es sólo que no tenemos remedio... - explicó, desviando la mirada de nuevo. - Somos como un cáncer. Matamos, disfrutamos haciendolo, nos arrepentimos y luego nos alejamos, intentando no causar más daño. Aunque sabemos que eso es imposible. - se quedó en blanco, pero es que ella no solía contar cosas como esas. - Tú tienes una família, ahora cuídala, no te portes mal, y no te arrepientas de tenerla. - dijo, pensando en Nathan. Siempre acababa pensando en su hermano, y luego, en qué estaría haciendo en ése momento.

Negué con la cabeza.
- Mira.. eh... - no sabia como llamarla, no sabia su nombre, por lo que tube que buscar algo que decirle. - Tu. - no era lo mejor, pero almenos no era nada molesto. - Todos los vampiros matamos, pero los humanos tambien lo hacen, es la ley del mas fuerte y por mucho que nos joda no podemos cambiarlo, pero podemos remediarlo, mi familia come animales para evitar ser, como tu dices un cancer.-me encojí de hombros. -Si eso que dices te pasa a ti tambien, deverias provar nuestro modo de vida, no es muy placentero pero podemos sobrevivir y haveces cuesta mas que otras aguantar la tentacion, pero nos tenemos los unos a los otros para apoyarnos, podriamos ayudarte si quieres claro - la miré. -Son buena gente, la mas rara es mi madre y de ella puedes pasar. -bromee sonrriendo. - Edward lo hace

Miró al chico mientras le hablaba, arqueando una ceja ante el nombre que le dio. Claro, no se había presentado. Suspiró, y escuchó lo que él le decía. Si lo que ella había dicho le había resultado profundo, lo que acababa de decirle el rubio le había echo pensar. Pero claro; no lo admitiría. Entrecerró los ojos, recordando la charla que tuvo con uno de los hermanos del vampiro que ahora tenía delante, y suspiró. No quería decir nada más de ese tema, acabaría deprimiendose. Si fuera una humana, acabaría, desgraciadamente para su ego, llorando.

- Soy Naara - se presentó como si nada, sonriendo ladeado. - Y estoy haciendo un estudio sobre vuestra dieta, pero... gracias, de todas formas. Espero que pronto pueda aceptar del todo esa oferta. - dijo, sonriendo divertida. Entonces pensó en los nombres que había dicho el chico. - Edward... ¿Edward no es el marido de Isabella? ¿E Isabella la chica que fue convertida para salvar a la famosa Renesmee? - preguntó, astuta. La habían llevado a Volterra en una ocasión, allí se había enterado de todo.

Arquee una ceja al escucharla, sabia mas de mi familia de lo que pensaba. Aunque bueno, ¿quien no sabia de la familia Cullen? Desde la llegada de Bells a la familia nos hemos echo bastante famosos alrrededor del mundo vampirico, cosa que no me hace mucha gracia, me gusta pasar desapercivido ante los cotilleos, aunque bueno estoy acostumbrado, cuando nací la cosa ya estaba asi.
-Ehh... Si.. - contesté aun atonito, no me lo esperaba de una nomada.

Sonrió, satisfecha de que el chico estuviese atónito y se le notase. Eso le había alegrado el día, al menos un poco. Rió leve y musicalmente y llevó una mano a su cabello, distraída.

- Yo lo sé todo. - bromeó, con un ego alto pero en broma. - Estuve en Volterra por que querían comprobar que yo era una vampira pura, supongo que gracias a tu familia - le miró diciendo esto -, y al ver que lo era, quisieron ver mi don. No me quise alistar, dios mío, ¿te imaginas? Capas y reglas. Reglas, reglas, reglas y más reglas. Argh, las odio. - rió de nuevo y se encogió de hombros. - Me interrogaron y mientras tanto me iba enterando de cosas... sobre tu familia. - Dijo, sonriendo ladeado. - No me has dicho tu nombre, y tampoco soy tan genial como para saber eso. - le dijo, arqueando una ceja divertida.